Retiro, dinero y fe.

Tal parece ser, hoy en día, que para que la fe logré un cambio vital en las áreas  de nuestra vida  tenemos que hacer cierta inversión económica.  Hacer un viaje, un viaje turístico, y ahí tu matrimonio será restaurado; ahí serás libre de adicciones; ahí serás bautizado con el Espíritu Santo; ahí lograras tener paz interior; ahí tendrás sanidad; ahí….

Tal parece ser que la promesa del sistema económico hoy en día se combina con nuestra fe moderna.   Nuestro sistema económico promete que te hará feliz. Te dará el poder de adquisición y eso cambiara, mejorará tu vida en todas las dimensiones.  ¿Y qué hay de los que no pueden pagar un viaje a un lugar turístico? Pues el sistema económico dice que no eres feliz y la fe secunda la moción.

Los viajes, o peregrinajes, surgieron de la necesidad de las personas de encontrarse a sí mismos, de solucionar asuntos en su vida, de encontrar respuestas, de encontrar una razón de ser. Los que realizaban ese viaje, no iba a lugares turísticos, al regresar con éxito, tenían un cambio tan visible, pues ya eran otros, o más bien antes eran otros ahora eran ellos mismos.

Esta idea hoy en día se pensando como una solución mágica. Especialmente en los círculos cristianos. Tanto es así que en los programas de cada año tienen que haber “viajes”.  No viajes individuales, sino viajes grupales.  Y allá lejos, en un lugar turístico (para que también valga la pena el viaje y el gasto),  encontrarán la “solución”.   Allá lejos, entre el calor y la arena, entre las cabañas y el lago,  ahí, con la inversión económica previa hecha y el poder la fe las vidas serán transformadas.

Para este tipo de pensamiento, Jesús esta solo en lugares turísticos, donde si no tienes para invertir, para gastar, no podrás jamás conocerle. Así que si eres pobre y no tienes de 5 000 a 10 000 pesos para gastar pues sigue en tu matrimonio problemático, sigue con tus demonios que atormentan tu alma.

¿Y la fe no puede obrar en la vida de los creyentes sin que ellos hagan el gasto económico?

 


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